En la PV&O, los productos y/o servicios suelen acumularse o agregarse en líneas o
“familias” de artículos (de ahí el origen del término “planificación agregada”).
El determinante clave radica en agrupar productos o servicios que utilizarán recursos similares.
Esto tiene sentido cuando se observa que la función de la actividad es planificar
recursos. Por ejemplo, una empresa puede fabricar diferentes estilos de mesas, quizá
utilizando distintos acabados y maderas diversas. Desde una perspectiva de ventas y
marketing, tal vez estos productos sean distintos para diferentes tipos de clientes,
pero si en su fabricación se emplean los mismos recursos (por ejemplo, personal y
equipo), la PV&O podría agruparlos lógicamente dentro de una familia.Aunque un
método común de agregación es el de conformar familias de productos, algunas empresas
usan las utilidades o incluso las horas de mano de obra como unidades para el
análisis.
Existe por lo menos otro motivo importante para la agregación. La principal fuente
de estimación de demanda que dirige el desarrollo del plan, son los pronósticos. Éstos
tienden a ser más precisos cuando se desarrollan de manera agregada (o conjunta), en
comparación con los planes para productos o servicios específicos. Estos pronósticos
deben desarrollarse y luego coordinarse mediante planes estratégicos que puedan influir
significativamente la demanda real. Ejemplos de planes que pueden impactar la
demanda incluyen:
• campañas de promoción
• promociones
• cambios de precio
• movimientos estratégicos hacia nuevos mercados
• movimientos en contra de la competencia
• desarrollo de nuevos productos
• nuevos usos de los productos actuales.
Resulta evidente que estos planes tienen que ser coordinados cuidadosamente, de
manera que cualesquiera recursos necesarios para su cumplimiento estén disponibles.
Esta coordinación es una función principal de la PV&O.
En relación con el diseño, existen otros aspectos a considerar, entre ellos la agregación
o acumulación del tiempo. Por ejemplo, es preferible analizar “bloques” de tiempo que representen una semana, un mes o cualquier otra unidad de tiempo. Una vez más, la determinación de qué unidad de tiempo utilizar depende de una disyuntiva básica entre el nivel de detalle que es útil para la planificación y la cantidad de esfuerzo necesario para obtener la información de los tipos de textos.
La regla general aconseja acumular/agregar tantos datos como sea posible, hasta el punto en que puedan realizarse planes útiles de recursos. La agregación de unidades de producción y de tiempo facilita el desarrollo del plan, y tiende a ser más precisa en el agregado, pero no debe llevarse al punto
en el que provoque la pérdida de información útil. La cantidad apropiada de agregación
depende en gran medida del tipo de producto o servicio, de la naturaleza de los clientes
que se atienden, y del proceso que se utiliza para entregar el producto o servicio.